Fotos Scroll

miércoles, 19 de abril de 2017

Se dejaba llevar, en un Mercedes Benz E300

Este párrafo tendría que estar en otra página, pero es completamente necesario que sea lo primero que se lea en esta entrada.
- Gracias, Rafa: por haber estado ahí y por no dejarme pagar nada en todas las vacaciones, han sido las vacaciones más baratas de mi vida, y como tú ya sabes, he viajado un poco.
- Gracias, Marta: por estar también ahí cuando me ha hecho falta, y que sin tí, no hubiera sido posible este viaje.

Unos amigos me han invitado a pasar unos  días en Almería,  y aquí vamos embalados ya cerca de nuestro destino, después de perdernos varias veces en el camino y teniendo en cuenta que hasta ahora yo creía que era el único que se perdía normalmente,  pues no, estos econoclastas del taxi no tienen ni idea de por donde van y están obsesionados por los radares y señales de tráfico, aunque no pueda decir que las hayan respetado mucho, no había visto nunca a nadie pisar la continua tantas veces como Rafa, y ya no hablemos de los límites de velocidad, incluso tirar marcha atrás a la entrada de una autopista por la que se coló y ni corto ni perezozo, tiró marcha atrás para coger la entrada correcta, Alegría, ding guel dong. La discusión en el coche consistía en temas que yo nunca le doy importancia, pero a algunos les importaba más lo siguiente. Que si salimos de la Autovia por aquí nos ahorramos 10€, y que si cogemos  la autovía  por Allá es peor que  ir por  la nacional del otro lado. Total, un desperdicio de cálculos,  que para lo único que han servido es para perdernos una y otra vez. Sólo en Murcia nos hemos perdido 3 veces, y es que somos los reyes de la autopista,  los taxistas fantasmas en el camino de Kerouac, caballos desbocados con prisas y sin  control. Una vez en la senda buena y tras haber cenado un Secreto, que es MOYA de carne del costado del cerdo y del que he dado cuenta en unos minutos, haciendo se me la boca agua, y eso que todos en el restaurante no dejaban de mirarnos y de reírse, sería de nosotros, sin entender el por qué lo dejamos estar, y habiendo preguntado  a alguien  con dos dedos de frente  un camino correcto para salir de Murcia, nos montamos de nuevo en el coche y salimos disparados, esta vez con Rafa al volante. 
No sé  qué hora sería, pero entre las 2 o 3 de la mañana llegamos a Arboleas, donde decido no pisar el pedal más y quedarnos a dormir, bueno, la decisión no ha sido mía, pues este era nuestro destino y cuartel general, donde la casa de Emi será nuestro refugio durante diez días. Árboleas es un pueblo que no se sabe por qué existe, a no ser por la cantidad de cortijos de la zona, y por la buena gente del lugar, aunque en vez de parecer un pueblo  parece como si estuvieras en cierto modo en algún pueblecito de la campiña inglesa pero sin campiña pero sí con ingleses, con tan sólo 4.600 habitantes y situado en el valle de Almanzora. Un pueblecito invadido por los ingleses, donde hay varias urbanizaciones English Sale, hay jubilados por doquier que no se que hacen viviendo en un pueblo tan remoto, aparte de beber cerveza, tendré que preguntarlo al primero que conozca aunque me han dicho que los primeros ingleses llegaron pensando que harían inversión, pero en realidad los únicos que invirtieron y ganaron pasta, son los que vendieron sus cortijos cuando las vacas eran gordas, ahora estos extranjeros con visado catalán se ven atrapados con sus hipotecas y sus casas en venta y que nadie quiere comprar. La verdad es que no me vendría a vivir aquí por nada en concreto, hoy es mi primer día en Arboleas y ni siquiera se me ha ocurrido dar una vuelta por el pueblo andaluz de mi amiga Emy, menos mal que el barrio donde estoy es una barriada gitana, aquí no hay ningún miedo de que nos roben el Mercedes, aparte de nuestro Mercedes, el basurero tiene un Mercedes W210 y una Harley Davidson, curioso, no. Creo que he equivocado la profesión, y vuelvo a arrepentirme de tener sueños de grandeza, Emy me llama el marqués. 
Trás una noche de descanso, el primer día hemos ido a FINES, un pueblecito cercano donde hay un pequeño/gran mercado y donde venden entre otras cosas unas buenísimas rosquillas de anis, tomates secos, y toda clase de verduras y hortalizas, sin contar los maravillosos embutidos, tras los que me se iban los ojos. Compramos provisiones para varios días y Lis dió buena cuenta de una caja de fresones, de los que cuando me dí cuenta, ya se había zampado más de media caja ella solita. Es la niña fruta y os aconsejo que si compráis fresas, mejor es que ella no esté cerca.
Claro que por otro lado, yo dí buena cuenta de los roscos de anís, que buenos que estaban. Ya pasado los días no recuerdo que hicimos después, pero supongo que nos fuimos a casa a comer y más tarde a hacer una siestesita, que nunca viene mal. Tampoco recuerdo que hicimos por la noche, pero os puedo asegurar que no estaba borracho.

El día siguiente fuimos a lavarnos los pies en el río en la pedanía de Padules en las cascadas de Las Canales. Trás atravesar el pueblo por el lado derecho del mismo, llegamos a una zona donde pueden pernoctar las Campers. Aunque la bajada es algo larga, no hay problema en dejar el coche en el parking superior e incluso bajar a uno más pequeño que hay cerca del rio. Lo más destacado del día fue los 400 km que hicimos para ir y volver de dicha visita, aunque el lugar vale la pena, también queríamos visitar Laujar de Andarax y Paterna del Rio, donde la naturaleza es abrumadora, pero nos pasamos de largo, para variar, y cuando ya nos dimos cuenta, no quisimos dar marcha atrás. Si bajáis hasta el rio y quereis ver varios saltos de agua, os aconsejo que os llevéis unas bambas o zapatillas de agua, pues aunque el agua no está fría, el suelo está lleno de piedras y no es nada cómodo andar sobre ellas. No es imprescindible estar en buena forma física, pero más vale ser ágil y tener buen equilibrio si no quieres acabar pasado por agua. El lugar me recuerda mucho a Acknour y el Puente del Diablo, pero los horribles olores a mierda humana de dicho lugar no son recomendables.
Las Canales es un lugar muy limpio y tranquilo, y aprovechando la sombra de una arboleda, nos sentamos a comer unos bocadillos que habíamos preparado. Unos cuantos cortapichas andaban bajos nuestras piernas, así que los más valientes preguntamos a otros visitantes si estaban lejos las cascadas, y como dijeron que no, para allá que nos fuimos. Como no íbamos preparados tuvimos que descalzarnos y cruzar descalzos un par de veces el río, aunque hay subiendo por la derecha un camino pararalelo, hay que abandonarlo de vez en cuando. Algunos sapos enormes se escondían entre las piedras y un revoltijo en mi estómago hacía preveer lo peor, de repente me entró cagarrina, y como RO y LIS estaban allí mismo refrescándose y tomando fotos, no encontraba algún sitio donde vaciar mi mercancía. El tiempo pasaba y las niñas que no se iban. Cada minuto que pasaba estaba más apretado, y aunque no soy muy vergonzoso, no era plan hacer mis cosas allí mismo delante de ellas. Al final se fueron y en eso que apareció la madre, vaya, no tenía otro momento para pasearse por el río justo ahora que ya no podía aguantar más, así que sintiéndolo mucho o mejor dicho, desahogándome mucho, allá que hice mi sentadilla y me quedé mas fresco que el río que tenía delante, luego una lavadita tipo hindú del trasero, y como si no hubiera pasado nada, bajé a reunirme con el resto de amigos. Emprendimos el camino de vuelta y como somos el grupo más valiente que cruzara estas tierras, las niñas hicieron la subida sentadas en el maletero y disfrutando como locas. Volvimos a la carretera para visitar nuestra siguiente visita del día, pero nos pasamos de largo, y acabamos entre los plásticos de El Ejido. Menudo espectáculo horrible al frente. Rafa dice que los astronautas llaman a este lugar el ESPEJO, o algo parecido, y que puede verse desde el espacio. Trás pasar deprisa y corriendo por el mundo de los plásticos, paramos en un restaurante pakistaní a tomar algo. Primero compré una lata de Coca-Cola pero cuando vi que había botellas de 2l, compré una de ellas y salí del restaurante. Otra vez en el coche y más y más kms. Nos llevó casi todo el día hacer el recorrido y una vez en casa nadie tenía ganas de nada, yo si que tenía ganas de cenar, pero parece ser que todo el mundo opinaba lo contrario, así que cuando nos acostamos, acabé comiendo un paquete de nueces.
El día siguiente fuimos a visitar las Cuevas del Espejuelo, bajo el Cerro de Limaria. No me pregunteis el pueblo de las cuevas, pero si os hace falta me puedo informar. En la entrada del lugar están construyendo un enorme parking, que para mi no tiene ningún sentido, pero si uno no se arriesga en los negocios, no se come ni una rosca. Saludamos a algunos trabajadores que estaban levantado una valla y nos dirigimos a las Cuevas. Están muy cerca del parking, y solo 5 minutos andando por caminos trasnochados, llegamos hasta la entrada principal. Las cuevas tienen entrada y salida por algún otro lado, pero yo no hice el trayecto y me fui de excursión hacia el Cerro. A poca distancia encontré una roca atravesada como por un obús, un agujero de un lado al otro, pero como soy tan buen escalador, y se podía suponer, acabé rodando pendiente abajó y acabé deshollándome la pierna, unos cuantos arañazos, alguna herida un poco dolorosa y aterrizaje de espalda mientras mis graciosos amigos se reían del tortazo que me dí. Maltrecho ya no tenía ganas de más visitas, y decidimos irnos a comer. Comer supone que hay que llamar a RO para ver que es lo que quiere hacer hoy, y como es natural, no se le ocurre visitar algo interesante sino que para ella lo mejor es dar un paseito de 100 km hasta Mojacar para tomar algo. Aquí todo el mundo hace kms como si todo estuviera a la vuelta de la esquina, por eso no me extraña que vayan de un lado para el otro todo el día. Como es lógico, y no explico el por qué, acabamos en un restaurante en Garrucha, el Rincón del Puerto, un estupendo restaurante de pescado y un vino blanco que quita el sueño. Aún no ha comenzado la Semana Santa, pero a pesar de ello, tenemos que esperarnos un rato para encontrar mesa. Para mi fue estupendo, pues pude dar cuenta de varias copas de vino blanco, fresquitos como la noche. Cuando ya nos dieron mesa, pedimos algunas raciones de cazón "buenísimo", chipirones y otras viandas de las que no dejamos ni rastro. Luego, y para digerir los pescaitos, nos fuimos a una heladería italiana, de la que he olvidado el nombre, y cada uno se tomó un maravilloso helado. El camarero fue amable, todo lo contrario que algunos camareros del restaurante anterior. Hicimos algunas bromas en italiano de andar por casa, y otra vez al coche para volver al cuartel. Como siempre, RO no sabe donde dormir, duda entre si ir a ver a su novio o venirse con nosotros. Da igual lo que pase, siempre está enganchada al móvil urdiendo sus triquiñuelas. Creo que al final vino con nosotros a casa, y durmió en un colchón en medio del salón, no tan sola como ella hubiera querido, pues algún insecto le picó en el ojo, y por la mañana apareció con el ojo hinchado. El único día que he dormido bien fue el primero, el resto a pesar de que me quedaba frito después de ver alguna película, me despertaba a medianoche, y ya no conseguía pegar ojo, eso si, me levantaba tarde para no hacer ruido.
Cada día antes de irnos de excursión nos ibamos al cortijo de Antonio a verle a él y a su padre, que está un poco hecho polvo, el poble hombre. Hoy hemos estado practicando tiro al blanco, y aunque yo quería ir a cazar un ciervo, ha sido imposible, pues la veda está cerrada. Antonio parece uno de esos tipos que tiene muchas cosas que contar y que ha vivido lo suyo. Nos ha llevado a otro cortijo donde quieren construir una casa rural, pero eso es otro tema que aquí no tiene lugar. Yo le he acompañado a comprar veneno, supongo que para envenenar a su hermana, pero la niña de la tienda, parecía empeñada en querer venderme una pistola de cartuchos. Por más que le he preguntado que era eso de una pistola de cartucho, no he conseguido enterarme, pero estoy seguro que esta niña, futura heredera del negocio, llegará lejos. A la vuelta Antonio nos ha preparado un suculento vermouth y yo me he puesto cardíaco, no de comer, pero si de la botella de vermouth que nos hemos zampado. Una vez de vuelta al pueblo empieza la duda sobre lo que hacer, y parece ser que las niñas quieren ir a ligar a Mojacar, así que viejos y niños cogemos el coche y otra vez emprendemos camino de Mojacar. Como no, hemos tenido que pasar a buscar a RO, que aún no sé exactamente donde vive, y que está un poco enfadada porque ha perdido las Raybans y duda en si le queda bien el modelito que se ha puesto esta tarde o no. Emy ha insistido en que me vistiera decentemente, pero me pregunto lo que significa para ella ese estilo de vestir decente. Así que me pongo el mismo Armani de ayer y todos para Mojacar. En principio el sexo fuerte tenían que haber ido a la discoteca, pero una vez en la puerta, Emy dijo que ella no entraba. Vale, no pasa nada, que se vayan las niñas por su cuenta y las fieras por la suya. Odio Mojacar, me parece recordar que la primera vez que estuve hace unos cuarenta años resultaba tan fascinante como las pirámides de Egipto cuando se ven por primera vez, pero hace unos 15 años cuando pasé por aquí por última vez no quise ni detenerme, y ya veis, aquí estoy porque una niña considera que Mojacar es lo más de lo más. Subimos a lo alto de la colina en coche, en lo que es el casco antiguo y una vez me atrajo, y damos una vuelta por el pueblo. En las tiendas observaba las pulseras con sus etiquetas "Hand Made" pero de hechas a manos ni que ocho cuartos, esas pulseras como el resto de objetos, estaban hechos en alguna lúgubre fábrica china. Emy que tiene desde el primer día un resfriado galopante, ha ido a comprarse un helado, sabía decisión. Me ofrece un poco y estaba bueno, pero cuando me dio el resto del cubilete, el segundo componente y que no había yo aún probado, no valía ná de ná. Me ofrecí para tomarles algunas foto a los turistas para que pudieran salir en grupos, y así pasamos el rato. Bajamos a cenar a Garucha y la semana santa ya se hacía notar, no había ni un solo aparcamiento en toda la playa.
Ibamos andando cuando un restaurante de pescaitos nos llamó la atención y aunque los pescaitos se podían comer, no mataban. Pedimos que nos prepararan un par de bocatas para las chicas y las fuimos a buscar a la disco. Estaban hambrientas y durante un rato nos explicaron como eran los musculitos de la disco, algunos altos, la mayoría bajos, sobretodos los del Spanish Harlem, además había los ingleses, los holandeses y todas las especies que uno se puede encontrar en un lugar como ese. Nos fuimos al cuartel general y Lis yo en vez de irnos a casa, nos fuimos a la AZALEA, menuda sorpresa, Rock 'n' roll a tope y una tercera edad inglesa desmadradísima que se sabían todas las canciones y como se tienen que bailar. Este es mi sitio,  quizás un poco viejecitos para mi, pero desde luego, unos desmadraos. Pedí un Gin Tonic y me puse a hablar con un inglés que estaba sentado en la barra. Lis metió baza y le dice al inglés que yo no hablaba muy bien su idioma, y si tiene razón, pero no hace falta que demuestres que tú inglés es mucho mejor que el mio, y es que estas noches son lo que no hay. Lis estaba radiante y alucinando, pidió un agua y nos fuimos a ver como se desmadran los auténticos ingleses de verdad. En un momento dado y cuando mi copa ya empezaba a hacerme efecto, Lis dice que tiene hambre y que me acabe pronto la copa, que quiere irse. Y yo, que soy tonto, pues le hago caso, me trago la copa y nos vamos a casa.
Trás la visita matinera al cortijo, decidimos por la tarde ir a no sé donde, pero en eso que aparecen un montón de gitanos pidiéndonos que les hagamos el nudo de la corbata, pues ellos no sabían hacerlo. Había que verlos todos allí, la hermandad de los Moraos o de los Nazarenos, con sus chaquetas y pantalones gastados y de diferente color, debido a la cantidad de lavadas que han sufrido; pero con sus nervios, su alegría y sus ganas de sacar a su cristo a pasear durante 3 horas. Esta gente es genial, te hablan de sus cosas, y te explican los detalles de lo que vamos a ver. Unos llevan el nudo de la corbata hacia un lado, otros llevan un nudo enorme y lo mejor es que ninguno saber hacerse el dichoso nudo. La Carmen sale con una sotana lila como buena nazarena, y descalza, pues ha hecho una promesa que mantiene en secreto. Yo de pensar que tengo que pasar un buen rato de pie, ya estoy hecho polvo, pero allá que vamos hacia la iglesia, para ver la preparación del desfile. Llegamos a tiempo para oir el final de la misa, y buscamos algún lugar en la calle donde podamos ver la procesión. El desfile tarda en comenzar. Yo ya he encontrado un árbol donde apoyarme y los ingleses han sido los primeros en ocupar los bancos del paseo, con sus jarras de cerveza en la mano.
La orquesta empieza a sonar y todo el mundo va poniendose en su lugar. Comienza la procesión. El primer paso cabe justito para salir de la iglesia, y casi 100 personas arrastran su peso. Los móviles se levantan sobre las cabezas y yo entre ellos empiezo a tomar fotos. La banda empieza a alejarse, y los negros, que son otra cofradía que también participan hoy pero que no son los protagonistas del día, están algo enfadados porque la banda se ha ido, dejándolos allí, solos, delante de la iglesia y junto al palio de la virgen que acaban de sacar a la calle. Oigo algunas críticas a mi alrededor, pero supongo que este desaire debe pasar cada año, cuando les toque a ellos, será lo contrario. Termina el desfile, los ingleses recogen las jarras y vuelve al bar y yo medio hecho polvo, le pido a Rafa que traiga el coche, pues me duele todo. Por la noche fuimos a Lorca a ver la procesión. En una explanada en la colina se encuentra la ermita de Carmen, desde donde empieza la procesión. No hay mucha gente y la noche es agradable. Como siempre las orquestas van indicando los pasos y todo sigue una letanía que un año tras otro se repite. Ha sido sencilla pero me ha gustado que no hubiera el bullicio de las procesiones de Málaga o Sevilla. 
Volvemos al cortijo como cada mañana, y el Sr. Juan parece que hoy tiene las manos menos hinchadas, pero sigue pasando todo el día durmiendo. Emi ha traido la olla de puchero para comer hoy todos juntos. El ambiente es extraño. Yo miro de convencer a Antonio para que me venda un Land Rover que me gusta mucho, pero parece que hay poco interés. Luego dice que tiene que salir unas horas, se monta en su Suzuki y desaparece. Nosotros hemos quedado con RO, que quiere ir a Lorca a comprarse algo de ropa. Creo que los acontecimientos no fueron tal como los explico pero solo cambian los días. En el centro comercial alguien se enfada, pero nadie me explica que ha pasado. Por la noche habíamos quedados en ver la procesión de Lorca, y para allá que nos fuimos. Buscamos algún lugar donde ver desfilar la legión, aunque no a los flagelados que tanto le gustan a Rafa, y allá estuvimos un par de horas viendo desfilar a medio pueblo. A la vuelta, batió su record de velocidad de taxi, quedando establecido en 190 km/h, de noche y sin enterarse nadie mas que el chofer. 
La siguiente procesión que queremos ver es la de Huercal-Overa, con el tercio de la legión Gran Capitán desfilando. Con sus zapadores haciendo juegos malabares con los cetmes. Esta vez no había borrego, pero si que uno de los capuchinos iba acompañado de un precioso perrito que se paraba siempre que su amo lo hacía.

Esta mañana hemos ido al Santuario de El Saliente. Un bonito lugar en  la montaña, con pocos turistas y unas vistas estupendas. Aparte de la iglesia, me llamó la atención un patio interior donde el silencio es roto por los pasos de algún turista o peregrino que visita el lugar. En este patio, he conocido por primera vez, a una de las pocas inglesas que vive en Mojacar y que habla español. La acompañaba un grupito de jubilados catalanes que suelen pasar también el verano en Mojacar.
Mercadillo de segunda mano de los ingleses tiene que ser lugar alucinante, pues a pesar de llegar tarde, algo había en el ambiente que me llamó la atención. Es un lugar extraño, donde se mezclan puestos de verduras y ropa, con los puestos de los ingleses, donde nunca llegarías a imaginar que pinta un inglés vendiendo objetos de segunda mano y de todo tipo, en un pueblo de Almería. Seguro que volveré en cuanto pueda, pues me he quedado con las ganas de verlo.
El domingo tocaba ir a una Merienda, y no os penséis que es ir a tomar café y pasteles con los amigos, si no que que es una barbacoa en toda regla. A mi ya me extrañó que el día de antes dijeran que quedábamos a las 9;30 de la mañana, a lo que naturalmente respondimos que no, pero bueno, fuimos un poco más tarde y allí que nos reunimos un grupo de amigos, algunos ya conocidos y otros no, y empezamos a montar el chiringuito. El toldo ya estaba montado, pero con el aire que hacía no paraba de moverse arriba y abajo, así que había que tensarlo un poco más, porque si no, no habría nadie que pudiera estar debajo del mismo, con el dichoso toldo golpeándote en la cabeza. Enseguida se montaron las mesas y empezaron a cocinar las mujeres, mientras los hombres dábamos cuenta de un buen aperitivo. Javi sacó unas morcillas de ciervo que el mismo había cazado y preparado junto a su abuelo. Menudo mordisco, que delicatessen, la morcilla estaba de muerte, con un puntito picante que me gusta muchísimo, a punto estuve de pedirle que me regalara la que había sobrado, pero estaba yo ya algo místico por la tarde y al final se me olvidó. Como he dicho, las mujeres se pusieron a prepara el arroz, en el fuego que Rafa había encendido previamente, y yo, que siempre acabo por los suelos, se me ocurrió ir al otro lado del riachuelo y buscar un tronco más grande, pero variar, cuando volvía con el tronco a cuestas, me caí de las piedras y acabé con los pies y las bambas nuevas en el agua. Después de eso, y cuando subí el tronco cerca de la fogata, nadie le hizo caso ni a mis pies mojados ni al tronco, que allí se quedó para que otro se lo meriende.
Fue un día raro, Emi estaba como enfadada y yo después de comer la paella y haberme tomado varias cervezas, me fui a dormir al Mercedes, donde estuve roncando como un Marajá, algunos se fueron al pueblo a tomar café. Cristina me pareció diferente al resto del grupo, y su hija me llamó la atención lo educada que está y sus modales. Cuando me desperté me fui a dar una vuelta por los alrededores, y algún que otro jinete en caballo se cruzó en mi camino. Los caballos eran enormes y supongo que deberían ser caballos andaluces, por su porte y figura. Los jinetes en cambio no eran ni andaluces ni nada, pues ni me saludaron. Peor para ellos. Un pequeño riachuelo fluía entre las piedras debido a las cuantiosas lluvias del mes pasado, y todo el mundo comentaba que bonito estaba el campo, con tanto verde, alejado de ese color de tierra seca que se observa todo el año. Que sabia es la naturaleza, que esconde sus secretos hasta hacerlos florecer por unas gotas de agua. Estaba allí sentado al lado del río, cuando un imbécil en coche adelantó a otro vehículo sobre el mismo lecho del río, y pasó a casi un metro de donde yo estaba, espero que después de las maldiciones que le eché se estrellara en la primera curva. Como es natural, nadie se paró a hablar conmigo, así que estuve pensando si cagaba entre los cañaverales o volvía a meterme en el rio para lavarme el culo con la mano, puesto que no llevaba ningún tipo de papel y allí lo único que había para tal menester, unos cantos rodados que no tenía ganas de usar. Pasaron mis amigos que volvían de tomar café y me ofrecieron volver con ellos, pero no tenía ganas aún, así que me quedé un rato más. Al rato oí voces y pitidos gritando "Benito, Benito" y cuando llegaron a mi altura les pregunté a donde iban, pero la respuesta se la llevó el viento. Permanecí un rato mas andando por el lecho del rio y volvi al merendero. Algunos ya estábamos cansados de este último día en el Valle de Almanzora y que se hizo un poco largo, así que recogimos los trastos y nos fuimos a casa a preparar la maleta. Al día siguiente nos levantamos temprano y volvimos dejándonos llevar, en un Mercedes Benz E300 con destino Barcelona.
Ahora me quedaré una semanita en Mont-Roig para pensar un poco en lo que ha sido este viaje con amigos e hijos de los amigos. En la gente que he conocido y en lo breve que es la vida.

TODAS LA FOTOS SE PUEDEN VER A CONTINUACIÓN

Almería, Semana Santa



Algunos mapas de la ruta:







Notas:
Visitar ruta Baza Almeria
Julio Merino Fisio en silla de rueda. Cecilio Gallardo.
Garrucha, el rincón del puerto, tapas a 10€ la ración. Estupendo lugar y mejor el vino blanco.
Valle de almanzora
La Casita, bar de tapas, no me gustó demasiado
Herminia, saetas

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, deja tu nombre tras el comentario.